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Bañarse en el mar en enero, un privilegio que hace pensar

Bañarse en la playa en pleno enero es un privilegio pero al hacerlo en este atípico invierno en la Isla Bonita, uno se acuerda, por la frialdad del agua de este Atlántico que nos baña, de las personas que se suben a una barcaza sin saber nadar para escapar de las bombas, de la guerra, del hambre y de la miseria. Uno piensa en esos hombres y mujeres con niños que prefieren jugarse la vida, que muchas veces pierden en el intento, antes que resignarse a esperar la muerte a la que parece que están condenados por las guerras que asolan a sus países. Tocar y acariciar ese agua fría, muy fría, durante unos minutos nos hace pensar, al menos a mí, en esas personas que se quedan tiradas en medio del mar sin que nadie las pueda socorrer. Resulta imposible no emocionarse al pensar en tanto sufrimiento humano que se podría evitar mientras se mira para otro lado. Sin duda, es una suerte vivir en La Palma y darse un baño por placer en pleno invierno, los turistas lo agradecen, pero es imposible no acordarse de quien lo hace por necesidad en estos días de migraciones masivas de países como Siria, donde la gente se está muriendo de hambre, y arriesga su vida en busca de un futuro mejor que por desgracia demasiadas veces no alcanza. Por Digna Martín.

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