Esta noche

No deje de trasmitirnos su poesía, Doña Marinieves. No es lo mismo que reconoscamos nuestras limitaciones creativas, que las tenemos, que nuestros deseos de encontrarnos en este rincón, de vez en cuando, con el arte evocador que su verso nos trasmite.

Aparte de eso, no se prodigan tanato los poetas en estos tiempos, y hemos de cuidarla para que continúe sorprendiéndonos.

Cada vez que paso por esta esquina, siento que a fuer de ser sincero no puedo tratar de arrancarme con unos versos al gual que el flamenco se arranca por bulerías.

Pero esta no es la cosa, lo sabré yo.

Habemos bastantes palmeros que crecimos en la cercanía a la décima o más bien a lo que llamábamos el punto cubano, y claro esto y la poesía es como si cando Marynieves con maestría nos señala la luna, y a lo más lejos que llego es a mirarle para la punta del dedo.

Por lo menos nos gusta lo que leemos, algo es algo.

Los que nacimos en los años cuarenta siempre convivimos con algun abuelo o vecino al que la naturaleza había tocado con la sencibilidad suficiente para expresar con un estilo muy peculiar y no falto de cierta finura literaria, hechos relevantes o sentimientos "cotroversiados" sobre un fondo melódico de "laudes y requintos".
En alguna ocación he comprobado como se queda literalmente con la boca abierta, algún cubano de pró que no se puede explicar como sin pretensión alguna, en una bodega en San Simón o en los topos de Botazo, pueda alguien expresarse con el mismo sentimiento que el más versiado guajiro de la manigua camaguanense.

Cosas veredes, amigo Sancho.