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Opinión
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Horacio Concepción García

El Río de Los Sauces

  • Los ingenios eran fundamentales sobre el derecho y control del agua

Souvenir de la Caldera 1830 (Philip Barker Webb).

El agua es probablemente la materia más noble y sin duda la más preciada para la humanidad, en la historia de las Islas Canarias ha sido cardinal la lucha por su propiedad, dada su necesidad para la agricultura, como fuente de energía y la propia subsistencia de los seres vivos. Durante el siglo XVI uno de los aspectos que se tenía en cuenta al momento de elegir un lugar para fundar una villa o asentamiento era la disponibilidad de agua; en esta centuria solo se hablaba de tres arroyos con caudal continuo en isla La Palma, el de Santa Cruz de La Palma, San Andrés y Sauces, Argual y Tazacorte: «…la frescura de estas aguas que de La Caldera salen, o por el clima sano o constelación, es tan saludable la isla, que ni se ve morir en ella de tisis ni de hidropesia, ni peste ni las aguas hacen algún daño[1]».

Con la llegada los nuevos pobladores de origen lusitano, prodigaron los tanques de madera de tea que captaban las escorrentías de la lluvia para el abasto [2], esta era encauzada a través de las taliscas (zanjas que se hacían por donde corría el agua)[3]. En los lugares con escasez se las ingeniaban con pequeños tanques (a modo de piletas hechas de piedra) y dornajos (abrevaderos hechos con un tronco grueso de pino) colocados en fuentes. La agricultura, en especial la caña de azúcar, se convirtió durante la primera parte de este siglo en la principal fuente de riqueza, siendo vital el agua para mover molinos y regar propiedades[4]. El coste de estas traídas era muy elevado, de tal forma que eran pocos los que podían afrontarlo[5]; desde la Tomadera o Cogedera se encauzaba por medio de las canales de tea o lances, acequias, atarjeas o tajeas, y acueductos hacía los dos ingenios de azúcar que hubieron en Los Sauces: el de la Hacienda de los Príncipes, (propiedad del adelantado Alonso Fernández de Lugo) y el de la Hacienda de los Señores (propiedad del mercader catalán Pedro de Benavente). Los dos fueron muy renombrados, tanto por la calidad de sus productos, como por sus altos rendimientos.

Los ingenios eran fundamentales sobre el derecho y control del agua, el litigio en la isla por el poder de la misma fue constante después de los primeros repartimientos hechos por Fernández de Lugo, esta fue controlada mediante un sistema denominado heredamientos o heredades, instaurado mediante Edicto Real de 1503, por el licenciado Juan Ortiz de Zárate[6]. En un principio Fernández de Lugo se reservó para sí: «…todo el territorio de Los Sauces, esto es, desde el Barranco del Agua hasta el de la Herradura y de la mar a la cumbre, con todo el caudal de agua que traía dicho barranco[7]», pero en 1502 se vio obligado a dividir esta posesión para hacer frente a las deudas contraídas en la conquista con Pedro de Benavente: «…hago repartimiento a bos el dicho Pedro debBenabente, que soys ausente, […] e a bos el dicho Gabriel de Socarrás en su nombre de la mitad del río de Los Sauces con toda la tierra que con ella se pudiere o pudieredes aprovechar e aprovechando con la dicha mitad del agua[8] […] para cañaverales de azúcar, en lo cual fagáis un engenio[9]». Gabriel de Socorrás y Centellas, mercader natural de Tarragona, procurador de Pedro de Benavente (residente en Cádiz), fue el encargado de levantar el ingenio[10], también fundó del lugar de Los Sauces y erigió la primitiva ermita de Nuestra Señora de Montserrat, con el fin de cumplir con las obligaciones espirituales de los trabajadores del ingenio, que en 1504 ya estaba funcionando[11]. Gabriel de Socorras, conquistador y regidor del Cabildo, vivió casado con Ángela de Cervellón Bellid (hija del conquistador Vicente de Cervellón y Margarita Bellid), fueron sus hijos: Águeda de Socarrás y Cervellón casada con el flamenco Diego de Monteverde y Pruss, Melchora de Socarrás Centellas y Cervellón casada con Pedro Sánchez Estupiñan (gobernador y capitán general) y Gaspar Socarrás y Cervellón, también casado[12].

En estos tiempos las aguas tampoco se libraban de la contaminación[13], el refinado del azúcar era un proceso en el que se usaban productos para el blanqueo de la misma como la cal, lejías hechas a base de cenizas de almácigo, látex de tabaiba amarga, retama, etc., , que luego se vertían a los caudales[14]. El uso de arrojar las aguas residuales a las vías, junto con excrementos, restos de animales, etc.[15], suponía un grave problema para la salud, ya que los sobrantes de agua que bajan por los caminos eran aprovechados para el abasto de la población; así en 1723: «Pedro de Alcántara Méndez, beneficiado de la iglesia de San Andrés y Sauces, se obliga con el Concejo de La Palma a construir un dornajo y lavadero y a dejar paso libre a los vecinos a través de su propiedad, a cambio del aprovechamiento de los sobrantes del agua que baja por la calle del Tanque[16]». Semejantes condiciones favorecían la aparición de todo tipo de enfermedades hídricas, en especial el cólera y el tifus. Otro modelo tradicional de abasto era la fuente pública, que solía comprender una pequeña obra de fábrica donde se captaba y recogía el agua; normalmente el sobrante se canalizaba hacia un pequeño tanque que servía de abrevadero y a continuación hacía las piletas que servían de lavaderos.

El antiguo y singular templo de Los Sauces fue demolido en los años sesenta la pasada centuria, ya a principios del siglo XIX se planteaba reedificarlo en otro lugar, aludiendo a los problemas causados en su estructura por el agua que lo circundaba[17]. En 1803 don Marcelo Carrillo Méndez, vecino de los Arrecifes de Lanzarote y natural de Los Sauces, hermano de Blas Carrillo Méndez mayordomo de la fábrica, hacía una donación de 1000 pesos porque la parroquia: «amenaza ruina según los peritos por su antigüedad para su reparación o reedificarlo en un nuevo sitio mas oportuno[18]». En 1823 la ubicación de la nueva obra del cementerio en el municipio también generaba problemas con las aguas: «Toda la jurisdicción es de la Villa de San Andrés, la anexa N.S. de Monserrat está en el termino de los Sauces distan una de la otra como 1935 varas. La del ante dicho Apóstol esta situada en el centro del termino con una hermita de San Sebastián cercana que puede servir de capilla para cementerio, por estar contigua a unos cercados de dicha ermita muy apropiados para esta obra, para no perjudicar las aguas ni su vecindario. La de N.S.M. esta en un extremo de la jurisdicción situada cerca del monte y circundado todo su vecindario de aguas de regadío pertenecientes a los 4 interesados dueños de todo su terreno por cuya razón es muy húmedo su suelo y poco saludable su habitación[19]»

La contaminación emergente y la escasez, es un gran problema al que se enfrentan los actuales responsables de la gestión del agua en las islas, los intentos por controlar la contaminación son tan antiguos como el propio problema.

Horacio Concepción García

[Sociedad de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Canarias]

 

 


[1] Frutuoso, Gaspar (ca.1568). Las islas Canarias (de Saudades da terra). Prólogo, traducción glosario e índices por E. Serra, J. Regulo y S. Pestana. [San Cristóbal de La Laguna]: Instituto de Estudios Canarios, 1964, p.119.

[2] Concepción García, Horacio. El Palo de Puntallana. elapuron.com 10/2/2015

[3] Díaz Alayón, Carmen. «Notas de dialectología canaria: el léxico palmero». En: Revista de Filología de la Universidad de La Laguna. Nº8-9 (1989-1990), p.142.

[4] Quirantes González, Francisco. El regadío en Canarias. [Santa Cruz de Tenerife]: Interinsular Canaria S.A. 1981, p.91.

[5] Frutuoso, Gaspar (ca.1568). Las islas Canarias (de Saudades da terra)... Op. cit. p.110.

Viña Brito, Ana, Gambín García, Mariano, «El poder del agua. conflictividad en las Islas Canarias de realengo a raíz de la concesión de las aguas perdidas y sobrantes a Luis de armas (1511-1515)». En: Anuario de estudios Atlánticos Nº 54 V.1. [Madrid-Las Palmas]: Cabildo Insular de Gran Canaria, 2008, p.324.

[6] Viña Brito, Ana, Gambín García, Mariano, «El poder del agua. conflictividad en las Islas Canarias de realengo a raíz de la concesión de las aguas perdidas y sobrantes a Luis de armas (1511-1515)». )...Op. cit.  pp.323-370.

[7] Lorenzo Rodríguez, Juan Bautista. Noticias para la historia de La Palma. La Laguna: Instituto de Estudios Canarios [Santa Cruz de La Palma]: Cabildo Insular de La Palma. 1975-2000, v. 1 pp. 202-203.

[8] Ibídem, Op. cit. p.204

[9] Serra Rafols, Elías. Las datas de Tenerife (libros I a IV de datas originales). Índices de Agustín Guimerá Ravina. [La Laguna- Tenerife]: Fontes Rervm Canariarvm, 1978, p.66.

[10] 1511 Junio 17. Sevilla. Cit. AZNAR VALLEJO, Eduardo.: Documentos canarios en el Registro General del Sello (1476-1517), Instituto de Estudios Canarios [La Laguna- Tenerife]: Fontes Rervm Canariarvm, 1981, p.171.

[11] Ibídem, 1504 Julio 10. Medina del Campo. Op. cit.p.127.

[12] Martín  Pérez, Francisco Javier. Tabla de parentescos de don Fernando de Castilla, Regidor de La Palma (S. XVI). http://castilla.maxerco.es/

[13] Glass, George. Descripción de las Islas Canarias 1764. Traducida del inglés por Constantino Aznar de Acevedo, Instituto de Estudios Canarios [La Laguna- Tenerife]: Fontes Rervm Canariarvm, 1999, pp.93-95.

[14] Pérez Morera, Jesús. El azúcar y su cultura en las islas atlánticas. 500 años de La Palma y Flandes (1513-2013) [Islas Canarias]: Cabildo Insular de La Palma, 2013, p.56.

[15] Rafael Mantecón, Pascual. El Agua y sus Oficios a través de la Historia de España. Barcelona 2014, p.10

[16] Núñez Pestano, Juan Ramón, Viña Brito, Ana del Carmen, Hernández González, Carmen Luz, Alfaro Hardisson, Emilio, Fernández  Rodríguez, María Lourdes, Larraz Mora, Alejandro, Hernández Hernández, María Rosa. Catálogo de documentos del Concejo de La Palma (1501 – 1812) Instituto de Estudios Canarios en la Universidad de La Laguna [San Cristóbal de La Laguna]: Fontes Rervm Canariarvm, 1999, V. 2, p.518.

[17] Archivo Diocesano de La Laguna [ADLL]: Documentación organizada por pueblos fondo 1, formato 3, caja 65.

[18] [ADLL]: Ibídem.

[19] [ADLL]: Ibídem. 1823 Relación de la parroquia de San Andrés y de la parroquia anexa de Los Sauces.

 

 

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