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Opinión
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Máximo Pérez Tejera

Manuela Pina y sus moñiquitos

  • El que no pueda pagar la sanidad si se enferma, que se fastidie….

El día 18 de enero, el Sr. Pintao hablando de la política económica que está al uso impuesta por los poderes económicos, nos decía lo que puede ocurrir por la postura del partido republicano en EE.UU., que ve poco menos que bolcheviques las reformas sanitarias de Obama y amenazan con revertirlas.
Pintao, con esa flema e ironía que le caracteriza, nos deja una sentencia que no tiene desperdicio

El que no pueda pagar la sanidad si se enferma, que se
fastidie, pues ya sabemos que el mundo es cruel y el
pez gordo se como al chico. Y así es la cosa si no lo
remediamos con templanza y justicia.
Siempre habrá almas caritativas dispuestas a hacer
beneficencia, y de esa manera por carambola ganar la
salvación eterna, que no es moco de pavo.

Perfecta descripción. Ese aforismo que conocemos desde pequeños, nos plantea, con un cierto conformismo, el santuario de las reglas. Esto nos demuestra como la injusticia es aceptada por la derecha como algo consustancial con la naturaleza de las cosas, por tanto inamovible. Lo extraño es que esa derecha que tanto se acerca a los principios cristianos, se haya afanado a través de la historia en reducir los mandamientos al sexto y a parte del quinto, sólo en lo relativo a los abortos, pues si son mayores y mueren por hambrunas, por guerras injustas o por desatención sanitaria, no importa. Se niega el pan y la sal, el consabido 0.7 % prometido y nunca dado, y una política social, nada de bolchevique ni comunista, sino justa y adecuada a los derechos humanos.

Está gente firma lo que haya que firmar, cumplir es otra cosa, sus defensas se hacen a través de sus estómagos. En la defensa de "los derechos humanos" se interviene allí donde hay intereses económicos. En los países donde no hay intereses económicos no importan los derechos humanos y no se sonrojan lo más mínimo por su desfachatez.

Y claro sus conciencias se quieren lavar de alguna manera y aparece, lo que también perfectamente satiriza Pintao, como almas caritativas que ejercen la beneficencia y la caridad. Vaya por delante que considero su acción encomiable. Vaya también mi tremenda admiración por San Juan Bosco, el Padre Anchieta, el Hermano Pedro, por no ir más lejos en el espacio o en la historia, o por esa mujer de hermoso ejemplo que fue Teresa de Calcuta o el ejemplo vivo del papa Francisco que está llamando a las cosas por su nombre, pero es paradójico que parte de los ciudadanos que son proclives a ejercer la caridad, por una deformación cultural o alienación política, votan a los culpables de que los bienes se repartan tan injustamente. Legalizan y dan apoyo a las políticas que están llevando a la humanidad al "tan poco cristiano fin" de que el 1% acumule tantos bienes como el resto.

A raíz de esta contradicción viene a mi memoria una vecina, una mujer alta, secarrona, casi de dos pisos, como decía Pepe Monagas. Una mujer siempre vestida de negro con un pañuelo atado sobre el que llevaba un blanco sombrero de paja. Todos la conocíamos como Manuela Pina. Era bastante avara y poco caritativa, pero tenía para mí un enorme valor, una forma de hablar vehemente y sin tapujos y una forma distinta de ver las cosas en su época.- ¿Para qué habré yo nacido tan pronto? Nos decía con su admiración por todo lo nuevo.

Pues a Manuela Pina le encantaba mi curiosidad por las historias de acontecimientos pasados y me contó muchísimas cosas. Entre ellas recuerdo que me habló de las requisas que realizaban los falangistas (entre ellos una tía paterna) para los comedores de ayuda en la post-guerra. Me contaba que tenían que enterrar las papas y la tinaja de la carne de cochino en hoyos en la huerta y taparlos con tierra, pues se presentaban en las casas, registraban todo y sin tener en cuenta que eran los recursos para una larga temporada se los llevaban, según ella, para "comelonas" de los requisantes y menos para los comedores.
.- Y están vivos. Nos decía.- Y siguen haciendo caridad. .-Cuando voy a misa y los veo ir a comulgar me duele la barriga. ¡Coño! ¿Por qué el cura no les echará un moñiquito de burro en la boca?

Sr. Pintao: Frente a muchos que hacen caridad sin entender dónde radica la verdadera caridad, no sabe usted lo que me acuerdo de Manuela Pina.

¡Cuántos moñiquitos de burro habría que repartir!

Continuamos.

 

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